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ISSN 1989-4163

NUMERO 117 - NOVIEMBRE 2020

 

Vivir de la Literatura

Joaquín Lloréns

Vivir de la literatura es un sueño al alcance de unos pocos elegidos y, no necesariamente va parejo a la calidad literaria. Vivir de abogado, economista, peluquera, mecánico, peón de la construcción o cocinero es relativamente fácil. Una vez aprendido el oficio y tras unos vacilantes primeros años trabajando, si no eres un vago redomado, es sencillo llevarte un jornal razonable a tu casa. El mundo de los escritores es otra cara de la moneda. En general, para escribir un libro digno has tenido que leer décadas de otros libros, has tenido que ir puliendo tu estilo y ortografía y has de dedicar obsesivos meses para producir un único libro.

Y una vez escrito, te toca buscar una editorial que tenga tiempo y ganas de leer tu manuscrito –cosa mucho más difícil de lo que parece– y, salvo que sea una de las pocas editoriales grandes, invertirá algo de su tiempo y muy poco de su dinero para publicarlo. La otra opción es que te autopubliques, opción hoy en día nada desdeñable. Viendo las listas de los más vendidos del año, el escritor de raza se queda descorazonado al comprobar que es más probable que tu libro se venda bien si eres tertuliano en algún programa de chafardeo o si eres presentador de televisión o radio que si has hecho una creación verdaderamente literaria. Una agente literaria –intermediaria literaria que, en algunos pocos casos puede ayudar– me preguntó cómo era mi actividad en las redes sociales. Por lo que me comentó, las editoriales ahora están más interesados en publicar a un youtuber, influencer, etcétera, que a cualquier otro tipo de escritor. Aunque llamar escritores a ese grupo de autopublicitarios es quizás excesivo. Y es que la gente compra los libros de los que están todo el día moviéndose en la red. Lo cierto es que eso no tiene nada que ver con la literatura, pero este mundo es así.

En España se publican más de 70.000 libros al año. De esa ingente cantidad de libros estoy convencido de que más de un millar son escritos que merecen la pena pero, a penas unas docenas de ellos llegan al oído de los lectores –o debiera decir lectoras, ya que son las mujeres las grandes lectoras–. Las que llegan a los anaqueles principales de las librerías y grandes almacenes son los que las pocas grandes editoriales eligen y, si quitamos a los citados presentadores, youtubers… son muy pocos elegidos, la mayoría ya consagrados. Para un recién llegado, es casi imposible lograr que la gente pueda enterarse de que su libro existe. Y para llegar a ese olimpo tan exclusivo necesitas años de infiltrarte en grupos literarios, besar el culo a los pocos que ya cuenten con su ascenso a la fama. Dedicar horas y horas a las redes sociales –la agente literaria me lo recomendó en su día. Al menos entre una hora o dos horas al día a multiplicar la presencia en las redes sociales. Que me lo tomara como un trabajo. Y veo a muchos escritores a los que conozco que así lo hacen–. Vas sumando una cosa y otra y al final te percatas de que para tener éxito en el mundo literario, parece que lo de menos es escribir.

Y todo ello para que las cifras para vivir de la literatura sean un mazazo. Del precio de un libro, la imprenta se lleva un 15 o 20 por ciento, el editor un 20, la distribuidora un 20 o 25 y el librero un 30.  Todo ello implica que el escritor se lleva un raquítico 10%. Imaginemos que un salario mínimamente digno para vivir tras tanto esfuerzo sería de uno 2.000€/mes netos, al que hay que sumar los impuestos. Digamos que en cifras brutas, serían 3.000€/mes. Es decir, 36.000€ al año. No es un mal salario pero tampoco nada extraordinario.  Si el editor de nuestro esforzado escritor vende su libro a 15€ –un precio bastante razonable–, al escritor le quedarán 1,5€ por libro. Es decir, para ese salario digno el editor tendría que vender al menos 24.000 libros, cifra alcanzable por poquísimas ediciones. Las editoriales llamadas independientes suelen hacer una edición de 500 libros como máximo. Las grandes editoriales suelen hacerlas de 5.000 ejemplares. Es decir, para que un escritor pueda vivir de su creación ha tenido que ser publicado por una de las grandes editoriales que imprima un mínimo de 5 ediciones. Y hay poquísimos escritores españoles que lleguen a esa cifra. Si que, de tanto en cuando, como ha ocurrido con Patria, toca la loteria de las ventas y Aramburu ya va a poder vivir toda la vida solo de ese libro. ¡A tu salud!

Casi todos los escritores que conozco, tienen que ganarse la vida por otros medios. Es una triste realidad.Y pese a todo, seguimos escribiendo y la culpa la tiene nuestro ego, nuestras ganas de inventar, nuestra fútil ansia de dejar propio para el futuro. No podemos evitarlo.

 


 

 

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